Aunque no sea más que por el mísero afán de descansar, debéis trabajar.
¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice! Apurar, cielos, pretendo ya que me tratáis así, qué delito cometí contra vosotros naciendo; aunque si nací, ya entiendo qué delito he cometido. Bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor; pues el delito mayor del hombre es haber nacido.
Los celos personales, el resentimiento del gazmoño contra el primo despreocupado, del tonto contra el muchacho despabilado, se disimulaban con argumentaciones políticas.
La entrega a Dios nunca será completa, mientras el devoto le pida esto o aquello al Señor.
Soy muy del Barça, pero no me gusta mezclar el deporte con la política. Y si uno quiere ser devoto o no de la Virgen de Montserrat o de la del Rocio es libre de hacerlo. Pero eso no tiene que formar parte de la vida pública
Sostener que los hebreos debemos estarle agradecidos a pío XII me parece, cuando menos, una herejía
El tiempo transcurrido en glorificar a Dios y en cuidar la salud del alma, no será nunca tiempo perdido. (San Pio de Pietrelcina, el Padre Pio).
El pensamiento religioso no, pero la Iglesia es una rémora para el pensamiento humano porque es dogmático. En la religión primero se cree y luego se razona, al revés de lo que hace el hombre libre.
Cada esfuerzo por clarificar lo que es ciencia y de generar entusiasmo popular sobre ella es un beneficio para nuestra civilización global. Del mismo modo, demostrar la superficialidad de la superstición, la pseudociencia, el pensamiento new age y el fundamentalismo religioso es un servicio a la civilización...
No eres más santo porque te alaben, ni más vil porque te desprecien. Lo que eres, eso eres; y no puedes ser más grande de lo que Dios sabe que eres
Nunca se supo, a lo largo de toda su vida, que violara una sola regla de su orden; no es posible encontrar la menor mancha en su conducta, y se asegura que es un observador tan estricto de su castidad que no sabe en qué consiste la diferencia entre hombre y mujer. Por consiguiente, el vulgo lo considera un santo. ¿Eso lo hace santo a uno? inquirió Antonia. ¡Dios me ampare!
Ningún timorato llegó a las altas cumbres