Ninguna Nación que lo sea realmente, puede prescindir de su brazo armado, como celoso y aguerrido defensor de la soberanía territorial, en todas sus acepciones. Sin él, la República pierde una condición prioritaria para la vigencia del Estado Nacional: la de garantizar el monopolio del uso de la fuerza dentro de la sociedad.
No se entrará en batalla con un hombre aguerrido y terrible, sino que ganará tiempo, porque este es el que marchita el vigor de la tiranía
Nosotros no necesitamos para defendernos esas armas de destrucción masiva, lo que hemos modernizado son las tácticas, el papel del hombre, del combatiente individual, de los combatiente coordinados, de qué forma, con qué tácticas, con qué armas neutraliza lo más poderoso que pueda tener un adversario.
Yo soy un combatiente por los intereses supremos de esta patria*