Debemos luchar por el hombre mismo, porque es la evidencia humana la que hace bambolear los tiranos y falsos dioses. Y si no sabemos con seguridad que nuestra verdad es la verdad, sabemos bien, en cambio, donde está la mentira.
Cuando asiento mis pies en tierra firme no me los hace menear ni un terremoto.
Debemos luchar por el hombre mismo, porque es la evidencia humana la que hace bambolear los tiranos y falsos dioses. Y si no sabemos con seguridad que nuestra verdad es la verdad, sabemos bien, en cambio, donde está la mentira.
Cuando asiento mis pies en tierra firme no me los hace menear ni un terremoto.
El éxito no se trata de cuántos te siguen, sino de cuántos te aman de verdad. Se trata de equilibrar el bien con el tener bienestar. Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad invicta y tu deseo de ser más, no de tener más
Tal vez existía en los hombres un instinto para la preservación de la vida que, si no era tan fuerte como el instinto de matar, al menos siempre estaba presente para equilibrar la destrucción: una necesidad de afirmar, por un hecho tan objetivo como un acto de misericordia, la importancia del gesto personal frente al generalizado e inevitable conocimiento de la muerte.
Ahora, estos tipos no tienen ni idea. Pilotan karts hasta los 18 años y después pasan a la Fórmula 1. No saben hacer nada más que acelerar y mover el volante, pero no desarrollan su personalidad. El único carisma que tiene un tipo como Lewis Hamilton es su novia.
No hay palanca más poderosa que una creencia para mover las multitudes humanas; no en vano se dice que la religión liga y aprieta a los hombres