El individuo idealista de los religiosos, puesto que está dotado de un alma inmortal, es infinito y completo en sí; por consiguiente no tiene necesidad de nadie, ni aún de dios, y con más razón no tiene necesidad tampoco de otros hombres; por lo tanto es el egoísmo personificado, el ser antisocial por excelencia.
El software no-libre trae con él un sistema antisocial que prohíbe la cooperación y la comunidad. No puedes ver el código fuente; no puedes decir qué trucos feos, ni que errores tontos, podría contener. Si no te gusta, no puedes cambiarlo. Y lo peor de todo, está prohibido compartirlo con alguien más. Prohibir que se comparta el software es cortar los lazos de la sociedad.