Trueno: caída de un baúl por las escaleras del cielo
Quince hombres sobre el cofre del muerto yo-ho-ho y una botella de ron.
La felicidad es un viaje prosiguió Julián, hablando otra vez con pasión. Es también una elección que tú debes hacer. Puedes maravillarte de los diamantes que hay en el camino o puedes seguir corriendo toda tu vida, persiguiendo ese cofre del tesoro que a la postre resulta estar vacío. Disfruta esos momentos que cada día te ofrece, porque hoy es lo único que tienes.
Quince hombres sobre el cofre del muerto yo-ho-ho y una botella de ron.
La verdad es que el conjunto de los vestigios humanos descubiertos en un siglo de investigaciones por toda Europa ocupa muy poco espacio. Cuidando el embalaje, podríamos hacer que un bolso de fin de semana guardara todos los restos anteriores a la glaciación de Riss y Würm, un cofre resultaría más que suficiente
Lo cierto es que el cielo se está poniendo más negro que la axila de un grillo (Gran Premio de Europa de 2007).
La Movida nunca tuvo teléfono, pero sí tuvo señales de humo para comunicarse unánimes el concierto de los Ramones o aquella noche alucinada de los Rolling, cuando nos flipábamos chupando el desodorante del sobaco de las chais, que eso coloca.
Admirar un cuadro antiguo equivale a verter nuestra sensibilidad en una urna funeraria, en lugar de proyectarla lejos, en violentos gestos de creación y de acción.
-Las mujeres desnudas son Arte solo si hay una urna -dijo Fred Colon. Esto le sonaba algo débil hasta a él, de manera que añadió-, o un pedestal. Si están los dos es mejor, por supuesto. Es un signo secreto, ¿ves?, que ellos ponen ahí para decir que es Arte y está bien mirarlo.
Ante mis ojos. Vestido de gala, lo metieron en una bolsa de plástico y la ataron. Y, ya en esta bolsa, lo colocaron en el ataúd. También el ataúd, envuelto en otra bolsa. Un celofán transparente, pero grueso, como un mantel. Y ya todo esto lo introdujeron en un féretro de zinc. Apenas lograron meterlo dentro. Sólo quedó el gorro encima.
Cuando un médico va detrás del féretro de su paciente, a veces la causa sigue al efecto.
Tiene que encontrar más y mejores maneras de ocupar su tiempo. Su tiempo, qué idea tan absurda, como si le hubieran dado una caja de tiempo que le perteneciera sólo a él, llena hasta el borde con horas y minutos, que pudiera gastar como si se tratara de dinero. El problema es que la caja está agujereada y el tiempo se le escapa, haga lo que haga con él.
He aquí la única verdad. Somos los peones de la misteriosa partida de ajedrez que juega Alá. Él nos mueve, nos detiene, vuelve a empujarnos, y al final nos arroja, uno a uno a la caja de la nada
...por el peculio de los sacerdotes el mundo entero se ve envuelto en guerras perniciosísimas;...