... que no juzgue el árbol por las bellas hojas, sino por los buenos frutos y los que no los producen que se les arranque y dejen el sitio a otros que rindan
Sólo a través de la mujer llegó el hombre a gustar del árbol del conocimiento — ¿Qué había ocurrido? Al viejo Dios lo invadió una angustia infernal. El hombre mismo había sido su máximo fallo.
Algunas hojas del almendro expiran en degradado rojo. Otras apenas están naciendo, verde pulido donde la luz estalla. El tronco es el mismo y todas las hojas son la misma antigua hoja brotando de su fin mientras que vorazmente la vida, sin contraste, me destruye.
El tronco gime por la mordedura del acero, y su lamento se repite de árbol en árbol por todo el bosque, como si participaran de su dolor y comprendieran que el hacha se volverá contra ellos también.
¡Sujeción y libertad! He aquí los rasgos últimos y más profundos que distinguen la vida vegetal de la vida animal. Sin embargo, sólo la planta es íntegramente lo que es. En la esencia del animal hay un elemento dualista. La planta es sólo planta; el animal, empero, es planta y además otra cosa.
Cuando el hombre se planta y canta fuerte pa que sientan los sordos si es preciso, se hacen polvo las piedras en la frente y se enciende la sangre del sumiso.