La mayor desgracia es merecer la desgracia.
Tened cuidado con el hombre que pide un perdón: puede caer fácilmente en la tentación de merecer dos.
No está la felicidad en vivir mucho, ni la infelicidad en morir pronto; es feliz aquel que ha vivido lo bastante para merecer morir bien
Ni fuerza ni virtud humana pudieron nunca merecer que dejara de cumplirse lo que el destino hubo prescrito.