Le dijimos que trataríamos de retener sus palabras. Nos dijo: Quiero que todos me miréis al tiempo que se erguía ante nosotros. Añadió que si no teníamos de qué avergonzarnos, podríamos mirar a la gente a la cara. Por último, exclamó: Hijos míos, os devolveré a vuestros hogares
Dejemos al tiempo que haga de las suyas, que es el mejor médico de estas y otras enfermedades.