Un cansancio ansioso de alcanzar de un salto, de un salto mortal, la meta ultima, un pobre cansancio ignorante que ya no quería ni siquiera querer.
¿No es triste irse a la tumba sin llegar a preguntarse por qué has nacido? ¿Quién, ante semejante pensamiento, no habría saltado de la cama, ansioso por comenzar de nuevo a descubrir el mundo y regocijarse por ser parte de él?