La propiedad fue la chispa que prendió fuego a la revolución. El gobierno tenía necesidad de dinero. Tenía que mostrar que era absoluto, y por consiguiente, dueño de toda propiedad; tenía que apropiarse de su dinero, que estaba a disposición pero no era propiedad de sus súbditos.
Ni fácil ni difícil, me daré al que sepa gustarme sin pretender apropiarse de otra cosa que no sea lo que ofrezco.