El bizkaíno es digno, a veces con exceso, y si cae en la indigencia, capaz de dejarse morir de hambre antes que pedir limosna (...); el español es vago hasta el colmo, y aunque se encuentre sano, prefiere vivir a cuenta del prójimo antes que trabajar.
Entonces se dio cuenta de que sus temores sólo empeoraban las cosas, de modo que se rió de sí mismo e hizo lo que hubiera hecho de no estar asustado: avanzar en una nueva dirección.