Porque sólo los locos, los desequilibrados y los maniáticos pueden resistir largo tiempo al fuego del entusiasmo; el hombre sano debe contentarse con declarar que, sin una chispa de este misterioso fuego, la vida no vale la pena vivirse.
¿La cosa más rara que he intentado esnifar? Mi padre. Me esnifé a mi padre. Él fue incinerado y no pude resistir hacerme un tirito con él. A mi padre no le habría molestado, no le importaba una mierda.