No permitiré a nadie adentrarse en mi mente con sus pies sucios
En verdad, únicamente el hombre que ha logrado penetrar en el interior de su ser posee tanta grandeza en sus modos.
No me arrepentía de haberme establecido durante algún tiempo en El Cairo y de haberme hecho bajo todas las circunstancias un habitante de esa ciudad, la cual es la única forma sin duda alguna de comprenderla y amarla; los viajeros no se dan tiempo, de costumbre, para comprender su vida íntima y para penetrar las bellezas pintorescas, los contrastes, los recuerdos.
Yo no saldré ahí fuera, tu tendrás que entrar dentro de mí.
En El mundo alucinante yo hablaba de un fraile que había pasado por varias prisiones sórdidas. Yo al entrar allí (el Morro), decidí que en lo adelante tendría más cuidado con lo que escribiera, porque parecía estar condenado a vivir en mi propio cuerpo lo que escribía.
No permitiré a nadie adentrarse en mi mente con sus pies sucios
La más interesante y útil observación que puede hacerse acerca de los errores, y principalmente de los errores comunes a muchos, es el estudio del camino que aquéllos han seguido, las apariencias y los modos por los que aquéllos han podido penetrar en las inteligencias y dominarlas.
En verdad, únicamente el hombre que ha logrado penetrar en el interior de su ser posee tanta grandeza en sus modos.
Me equivoqué al ingresar en la prisión de Madrid y deciros lo que os dije; sois tan hábiles que me habéis quitado hasta el miedo.
Es preciso tener bien en claro esta verdad universal: sean lo que fueren las cosas en su mundo pleromático y cosístico, sólo pueden ingresar en el mundo de la comunicación y del significado merced a sus nombres, sus cualidades y sus atributos (o sea, merced a informes sobre sus relaciones internas y externas y sobre sus interacciones).