Cuéntame cómo va cayendo el sol, mientras hablas pensaré: ¡qué guapa esta! Qué suerte ser la mitad del cuento de un atardecer que observo al escucharte porque mis ojos son tu voz.
Me da lo mismo ser guapa que ser fea -dijo Folavril-. Lo único que quiero es gustar a la gente que me interesa.